miércoles, 2 de mayo de 2018

Capítulo 2 – Deseo: Aquel día, parte 2

Capítulo 2 – Deseo: Aquel día, parte 2


**Los hechos y o personajes aquí relatados son de ficción, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia**


Conocí a Ariel luego de mudarme a este barrio con toda mi familia tras una pérdida familiar (lo cual me traía mal), ingresé a 1er año de secundaria casi un mes después del inicio del ciclo lectivo. Rápidamente Ariel se acercó a mí y me insertó en su grupo de amigos (él 14 y yo 13 años) desde ese momento mi corta vida empezó a cambiar, nos hicimos amigos, mejores amigos, inseparables, hemos hecho muchas locuras juntos, nos contábamos todo, compartíamos todo, existía una gran confianza entre nosotros, éramos como hermanos (él supo llenar el vacío que había en mi interior luego del fallecimiento de mi hermano menor, convirtiéndose así, en mi hermano de corazón). Afortunadamente nuestras familias también se hicieron amigas, lo cual favoreció el contacto permanente entre nosotros.

Teníamos todo listo para que comience el partido, las papas en la mesa ratona, las latas en el congelador para que estén bien frías, en el televisor estaban presentando a los equipos y nosotros especulábamos los posibles resultados del súper-clásico que veríamos en unos minutos.



El partido ya había comenzado, tenía sus momentos de tensión, el juego era muy parejo, la victoria podría ser para cualquiera (consumíamos las papas y la cerveza por ansiedad), cada tanto Ariel se fijaba y respondía los mensajes que le llegaban a su celular. A mitad del primer tiempo le hacen un gol a nuestro equipo, puteamos decepcionados. Casi al final del primer tiempo (tiempo extra) logramos empatar, contentos nosotros gritábamos de alegría, nos abrazamos y empezamos a saltar estando abrazados, por la euforia del momento no quería soltarlo, deseaba seguir sintiendo la exquisita fragancia de su perfume. Terminó el festejo, nos soltamos, me quede mirándolo por un segundo, me sentía feliz, pleno (“que es esto, será por el perfume” pensé), negué con la cabeza y volví a mirar el juego, agarré la lata de cerveza descubriendo con sorpresa que estaba vacía, mire más atento a la mesa y vi que las 6 latas estaban todas vacías mientras en el televisor sonaba el silbato del fin del primer término.

- Terminó (le decía a Ariel mientras movía para un lado y para el otro la vacía lata) ¿qué otra cosa tenes para tomar? (le pregunté).
- Ahora me fijo (respondió mientas iba a la cocina y desde ahí lo oigo gritar) Santi, no hay nada frío, tampoco quedó hielo para preparar algo. Vamos a comprar (me dice Ariel volviendo a la sala de estar muy animado) hacemos un pique (correr/carreras) y en 5 estamos de regreso ¿dale? (poniendo su mejor sonrisa).
- Aún no puedo correr ¿recuerdas? la lesión en la rodilla (respondiéndome mi propia pregunta).
- En el último control me dijeron caminar sí, correr aún no.
- Bueno, voy a comprar ¿queres algo en particular Santi? (me pregunta Ariel mientras agarraba su billetera y se dirigía a la puerta)
- Deja boludo, quédate, ponemos una botella de agua en el refrigerador y listo (le digo resignado, sin embargo él no hizo caso y abrió la puerta) deja Ariel (le grite pero éste ya se había ido, lo vi corriendo a toda prisa a través de la ventana).

Me fui al baño a lavarme la cara, tenía los cachetes algo colorados ¿por las cervezas que tomé? Me quedé ahí unos segundos, apoyando las manos en el lavamanos y mirando mi reflejo en el espejo, "es la cerveza" le dije al tipo del espejo recordando la situación de hace un momento donde por un instante mire a Ariel tiernamente; Me lave nuevamente la cara y fui a recostarme al sofá, miraba el techo en silencio, esperando, deseando que regrese Ariel ya que me sentía solo sin él.

Escuché un ruido y automáticamente abrí los ojos exaltado (me había quedado dormido) en eso lo veo a Ariel, en el aire, volando, flotando por encima de mi… entonces lo veo caer, no tuve tiempo a reaccionar, Ariel cae con todo su cuerpo arriba mío.

- ¡Oh…! ¿Qué haces? salí (le digo tratando de sacarlo inútilmente de encima mío).
- Ah... qué alivio… (Dice mi amigo suspirando) déjame descansar un poco, me agoté yendo y viniendo corriendo.
- Bueno, pero sal de arriba mío… aparte estas todo transpirado, todo mojado (le dije mientras le daba palmaditas con mis manos en su espalda pegajosa producto de la transpiración).
- Pero estoy tan cómodo (rezongó).

 Ariel tenía la cabeza y cachete apoyados sobre mi pecho y parte de mi cuello, no respondí nada, simplemente lo deje estar, descansar, no me molestaba, volví a sentir su perfume, y esta vez aparte de su perfume sentí otro olor, pero no era a transpiración, era otra cosa, sin embargo me agradaba, entonces apoyé tímidamente mis manos en su espalda desnuda, mojada (no sé cuándo se sacó la remera, probablemente ya volvió sin ella del almacén), con su piel caliente, hirviendo por el ejercicio. En cuestión de segundos ese calor pasó a mi cuerpo, realmente me estaba gustando tenerlo ahí, sentirlo muy cerca, sin pensarlo levante una mano y le acaricié su cabeza, su cabello unos instantes mientras él seguía descansando, recostado encima mío, entonces levanta la cabeza y mirándome a la cara me pregunta.

- ¿Qué vas a hacer ahora?
- ¿Qué? (le respondo desprevenido, desconcertado y deje de acariciar su cabello).
- Si, ahora que terminamos la secundaria ¿qué vas a hacer de tu vida?
- Ah (aliviado le respondo) no lo sé aun, veré si consigo algún laburo (trabajo) por vacaciones… en lo que decido que hago con mi vida… ¿vos? (le pregunto con una ligera falta de aire debido a su peso).
- Vos sabes que mi deseo siempre fue salir de este barrio (me comenta mirando a un costado), ir a Buenos Aires y probar en algún club, siento que si me quedo no seré nadie, este lugar comienza a quedarme chica, a asfixiarme lentamente ¿vámonos juntos? (me pregunta mirándome con unos ojos brillantes, llenos de ilusión).
- Te queda chico porque (no sé por qué decidí obviar su pregunta de irnos juntos) ya estuviste con todas las chicas del barrio… necesitas expandir tu territorio… y no sé cómo Vanesa te aguanta… sos muy pesado macho… bajate (le dije con un poco de dificultad).
- Nadie puede resistirse a mi (dice Ariel muy presumido) ni a mi sensual movimiento de caderas (me cuenta en tono de chiste/broma), y Vanesa no es la excepción, a ella le encanta como le hago el amor (me dice mientras comienza con unos movimientos circulares de caderas y pelvis cobre mis muslos emulando una cogida). 


Estuvo así unos segundos, “cogiéndome”, simulando que me cogía, mientras que con su cabeza (barba –no muy tupido- afeitada hace uno o dos días y sus labios) me hacía cosquillas en mi cuello, al principio lo tomé con gracia, humor, pues estaba claro que para ambos era sólo un juego (dada la confianza y sentimientos de hermandad que teníamos) sin embargo el día de hoy estaba realmente desorientado, no podía controlar mi cuerpo e impulsos, entonces comencé a sentir algo en el pecho, una especie de cosquilleo, raro, ya que nunca antes había sentido eso, y además a cada segundo parecía extenderse por todo mi estómago. Las cosquillas que recibía en el cuello se convirtieron en sensación de placer, el rose de sus labios, barba y su respiración hacían que me estremezca y excite a la vez, no quería que se detuviera. Jamás había sentido esto con Ariel, y no era la primera vez que "jugábamos" así (siempre nos abrazamos, nos tocamos o acariciar los brazos o la cabeza, o nos dábamos un golpecito en las nalgas) aunque si era la primera vez que lo hacíamos tan intensamente. 

- Basta, me haces cosquillas (exclame excitado y algo asustado pues sentía que me pene estaba empezando a crecer, ponerse duro)
- Cosquillas (dijo Ariel agitado levantando la cabeza de mi cuello con una sonrisa pícara)

Comenzó a hacerme cosquillas con sus manos por mi abdomen y cintura, yo entre risas le suplicaba "no, para por favor..." pero no se detenía, además tenía miedo que se topara por accidente con mi erección, así que me movía tratando de sacarlo, pero no podía. Entonces recordé, Ariel es más cosquilludo (sentía más costillas) que yo, así que aproveche, y pese a que su torso seguía mojado pude hacerle cosquillas fácilmente, ambos nos reíamos sin parar, hasta el hartazgo, y en un movimiento ambos caímos al piso.

Él de espaldas al piso, con las rodillas algo flexionadas y con sus manos agarrándose de mi cintura. Yo caí encima de él, en cuclillas, con mis nalgas sobre su pelvis, con el torso levantado apoyando una de mis manos sobre su pecho desnudo y lampiño, mire el rostro de Ariel preguntándome si estaba bien (sonó fuerte el impacto de su espalda contra el piso), entonces baje la mirada a mi mano, en su pecho, sentí el fuerte y rápido palpitar de su corazón, el cual se extendía a mi mano, mi mano conducía ese palpitar a través del brazo hasta llegar a mi cabeza, a mi cerebro… en ese instante mi cabeza, mi mente, mis recuerdos me transportaron a esa noche, esa noche hace un año, esa noche en la que estábamos de vacaciones Ariel y yo, esa noche... al venir a mi ese recuerdo que había olvidado, sentí un calor intenso, como si una llamarada de fuego surgía en mi interior y se expandía hacia el exterior, pero era cálido, reconfortante, me hacía desear abrazarlo, besarlo, amarlo, veía como una gota de sudor brillante recorría sus aun colorados cachetes, me perdí en sus cálidos ojos color miel, mire sus labios con deseo, quería besarlo, quería sentir el sabor de sus dulces labios, veía como estos se movían sensualmente, entonces...
 


Continuará...

(Capítulo 3 – Instintos carnales: Aquel día, parte 3)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo, genial. En el momento más emocionante se para el relato... No se si aplaudirte u odiarte, hahahahaha.
No, en serio, muy bien explicado y con muchas ganas de saber como va a seguir la historia.
Esperando la próxima entrada con ganas.
Hotdardo

Sebastian dijo...

Gracias Hotdardo!!
Tus palabras me dan más ganas de seguir haciendo los próximos capitulo con la misma dedicación y empeño (o incluso más) que hice las anteriores.
PD. No me odies, lo planee así, intento dejar en vilo (inquietud) al lector jaja
Saludos.

Zeta Bilingüe dijo...

Que tal Sebastián, tu relato me hizo recordar al mejor amigo que tuve, del cual me llegue a enamorar en mi etapa de preparatoria, recuerdo que eramos inseparables; y como olvidar esos juegos que pueden llegar a tener tintes sexuales, para mi mala fortuna perdí su amistad.
Saludos

Sebastian dijo...

Creo que es una de las mejores etapas de la vida del ser humano, la transición entre la adolescencia y la adultez (madurez) con todas las características de la adolescencia y todo lo que implica, la parte social, la amistad, lo humano, los juegos, la percepción de la vida y la realidad, es una etapa de sueños y anhelos... y de cómo la amistad con determinadas personas nos marca para toda la vida y nos definen para toda la vida.
Saludos.

Zeta Bilingüe dijo...

No cabe duda que es la mejor etapa de esa transcision, tan determinante en nuestra personalidad, cada vivencia nos va moldeando como seres humanos; aunque me quede con la insatisfacción de no haber tomado algunas decisiones que pudieron hacerme más feliz de lo que soy, pero no hay vuelta atrás así es la vida: o lo tomas o lo dejas.
Salu2.